¿Cuántas páginas son suficientes?

Como escritor de no ficción autoeditado, nunca comienzo un nuevo proyecto pensando en cuál va a ser el número aproximado de páginas que contendrá el libro. El grosor de un título depende de muchos factores.

Mi última obra, Los frutos amargos del Movimiento de Raíces Hebreas, tiene unas cien páginas menos que A Jacob amé. ¿Quiere esto decir que no podría haber escrito más? No, en absoluto. Lo que significa es que llega un momento en que hay que sopesar cuál es el objetivo que se persigue y a qué público va dirigido el libro.

Si hubiera tenido un propósito claramente apologético, está claro que podría haberme extendido casi ad infinitum. Rebatir algo punto por punto puede llegar a ser muy prolijo, pero también extenuante. Por eso decidí abordar el tema de las raíces hebreas desde una óptica hermenéutica. Una vez presentadas las evidencias de la pobre interpretación que se hace dentro del Movimiento de Raíces Hebreas (MRH) y expuestos algunos ejemplos concretos, no tiene sentido seguir con toda la casuística. Por eso considero que 156 páginas son suficientes.

Pero hay otro motivo para no sobrepasar un número razonable de páginas: el análisis de la relación entre coste y beneficio. ¿Realmente valía la pena dedicar más tiempo a la escritura cuando ya había presentado los puntos destacados que tenía previsto mencionar? Considero que no. Mi experiencia es que resulta más satisfactorio presentar datos positivos que dedicarse a refutar errores. Esto último es necesario hacerlo, claro está, pero en las dosis absolutamente imprescindibles.

En resumidas cuentas, cada uno debe valorar cuántas páginas son suficientes y, una vez alcanzado el número óptimo según el caso, plantarse ahí y pasar a otra cosa. Esto, en mi caso concreto, significa un nuevo libro. Pero esa es otra historia…