He comenzado a publicar una serie de vídeos en mi canal de YouTube sobre autopublicación para autores cristianos. Ante la falta de material disponible para este sector, he optado por compartir mi propia experiencia, que comenzó allá por el año 2019. En los primeros dos episodios hago un repaso a una serie de cuestiones previas que me parecen importantes. Resulta fundamental saber a qué vamos a tener que enfrentarnos antes de dar el paso definitivo.
1. Autopublicar no es solo escribir. Ese es tan solo el primer paso de una larga carrera de obstáculos. Lo que para un autor que publica a través de una editorial tradicional sería prácticamente la culminación de su trabajo, para un autor independiente es tan solo el primer paso de un esforzado proceso.
2. Autopublicar representa muchísimo trabajo. Es muy complicado autoeditar un libro si no disponemos del tiempo y la energía que se requiere para ello. Lo más sensato es valorar previamente si vamos a poder hacer frente a las demandas que exige este modelo de publicación.
3. Autopublicar no significa que lo hagamos todo nosotros mismos. Hay que decidir qué cosas vamos a hacer y cuáles acabaremos delegando. Siempre es aconsejable velar por la máxima calidad de nuestra obra. Por eso, debemos reconocer nuestros puntos débiles y encargarle a otras personas algunas de las tareas (por ejemplo la maquetación, el diseño de la portada, la corrección o cualquier otro tipo de labor que no podamos realizar nosotros con plenas garantías).
4. Autopublicar no sale gratis. Es verdad que la inversión inicial es relativamente pequeña en términos económicos, pero desde luego existen gastos y sacrificios que debemos estar dispuestos a asumir. Una de las cosas en las que no podemos escatimar es en la calidad del producto final.
5. Autopublicar significa responsabilizarse de todo el proceso. Para bien o para mal, nosotros seremos los culpables de cualquier éxito o fracaso. No habrá nadie más a quien halagar o a quien echarle la culpa, y debemos estar preparados para ello.
6. Autopublicar no siempre está bien visto. Todavía hay quienes consideran que los autores independientes no producen obras de calidad. La sospecha de que uno no ha podido publicar a través de una editorial porque no es lo suficientemente bueno, siempre está presente. De nosotros depende demostrar que quienes piensan así se equivocan.
7. Autopublicar requiere de mucha paciencia. No es realista esperar resultados a corto plazo. Autoeditar es una carrera de larga distancia. Si somos propensos al desánimo o la falta de constancia, la autoedición no es para nosotros.
8. Autopublicar significa afrontar que nadie va a respaldarnos. Hay que estar vacunados contra la decepción y el rechazo. Por mucho que un pequeño círculo de familiares o amigos nos apoye moralmente, en la mayoría de los casos no obtendremos respuesta a las peticiones de ayuda. Ese es uno de los precios más altos que tienen que pagar los autores independientes.
9. Colocar un libro autopublicado en el mercado resulta extremadamente difícil. Una cosa es que esté disponible y otra muy distinta que se venda. Existe una competencia feroz por conseguir visibilidad para los libros que salen al mercado, y el autor autopublicado parte con desventaja. Por otro lado, el pueblo cristiano de habla hispana no lee mucho. Las expectativas de venta, aun en el mejor de los casos, tienen que ser necesariamente moderadas.
Hay otros factores que deben considerarse, pero estos nueve puntos deberían poder servirnos para tomar la mejor decisión a la hora de valorar si vamos a lanzarnos al apasionante mundo de la autoedición.