Supongo que es una reacción muy humana, pero eso no significa que sea la más recomendable. Me estoy refiriendo a todos aquellos que comentan libros, artículos, publicaciones, conferencias o vídeos sin haber hecho previamente lo más básico: leer o escuchar.
Parecería superfluo tener que recordar que nadie, absolutamente nadie debería reaccionar a una publicación o comentario sin haberse tomado la molestia de leer y entender los argumentos. Sin embargo, hay que repetirlo una y otra vez.
Ciertas personas frecuentan las redes sociales haciendo gala de sus prejuicios, de sus consignas aprendidas, de una intolerancia disfrazada de convicción, sin importarles la argumentación que puedan ofrecer los demás. Esto demuestra una enorme prepotencia y una buena dosis de mala educación.
Escribir cuesta tiempo y esfuerzo, por lo que lo mínimo exigible es que quienes vayan a interactuar con lo escrito le dediquen la atención y el respeto merecidos. Ningún autor escribe «ex cátedra», pero eso no implica que se le pueda rebatir sin más, porque sí. Todos haríamos bien, los que escribimos y los que leemos —o sea, todos—, en ser más humildes y partir de la suposición de que nos queda mucho por aprender. Insisto, a todos.
La mayoría de las discusiones absurdas que no llevan a ningún lado y provocan «ruido» y una gran pérdida de tiempo se producen porque alguien no ha hecho bien sus deberes. A veces puede ser culpa del autor, por supuesto, pero en general la culpa es de quien no lee o lee mal. Así pues, asegurémonos de saber de lo que escribimos antes de darle al botón «Publicar» o «Comentar».